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El bosque eterno.

 Antes de que el último humano, el nieto infértil de la totalidad de la humanidad junto a la madre sin hijos del resto de la eternidad desaparecieran para siempre, dejaron encendida la obra final.


El bosque constaba de todo el sistema solar unido por el movimiento de la nueva vida artificial. Los nuevos metales de esta última edad se atraían y repelían con incansable fuerza provocada por la nueva electricidad cósmica. Que fueran duraderos o no no importaba, el Último Software Quántico tenía todo en cuenta y así nunca le faltaba nada. La última gran obra cada vez era mayor, cada vez más infinita.


Tras la muerte de ellos dos, el universo cobijó el movimiento por ellos creado, y este continuó su incesante movimiento por los tiempos de los tiempos alcanzando poco a poco el tamaño colosal del mismo abismal cosmos. La obra, el cosmos, todo uno y uno todo, fue creada por los últimos y en ella estamos los primeros, habitando el bosque de infinito movimiento desde el primer momento: el bosque eterno.

Seremos llanto.

Llorar, porque de nada sirve llorar

porque llorar no me sirve

porque llorar no sirve.

Esquizofrenia.

La gente está loca

la gente está esquizofrenia.

Te juzgo, me juzgas.

Vivimos en un juicio constante

de falsos testimonios

de rotos horizontes

¡Silencio! ya no cabe la protesta.

Pues esta

Se juzga al juzgador esquizoide

que llora porque llorar de nada sirve

porque llorar no sirve

de nada llorar.


Allí estamos donde la salud mental es utopía

donde la esquizofrenia, el pan de cada día

te escuchas y me escuchas

y nadie se escucha

y al mismo tiempo 

se callan cuando lo que quieren es gritar

y llorar porque llorar de nada sirve.


Recordar los viajes a la playa

juventudes drogadictas

que se follan en distintas casas

distintas personas

el mismo tiempo

una misma realidad.

"Y llorar porque llorar de nada sirve" era solo un mal recuerdo.

Y llorar porque llorar era el futuro de añorar la casa

de añorar el hogar

y llorar en la esquizofrenia del llorar

disociábamos casas oscuras

y que no somos capaces de aceptar

y lloramos, ¿por qué lloramos?

y llorar de nada sirve, pro qué somos humanos.


Tragedia sin final abierto

tragedia de final cerrado

de pasillo cerrado y oscuro y largo y cerrado

que te atrapa y no puedes salir.

Realidad juvenil de todo aquel que vive

el tiempo de la esquizofrenia que asola al ser humano.

Desdichado ser humano que viola

dichoso ser humano que juzga.

Desdichado ser humano

desdichado ser humano que llora

porque llorando no puede regar su alma 

sino llorando...


El llanto del grito del alma que sufre

que no puede cantar

que quiere cantar.

Pero para cantar no hay llanto y si lo hay es canto

nunca llanto. El cante del corazón jondo.


Volar, cantar,

la misma cosa.

Llorar, gritar, 

pequeña hermosa

flor que vemos y que nunca somos.

Imposibilidad,

Utopía. 

A la flor, a ella queremos llegar

y no podemos

y lloramos porque llorar nada puede.


Que no se olvide la voz.

Que se escuche la voz. 

Seamos voces

y gritemos y dejemos

de llorar porque llorar no basta cuando el grito

arrastra la voz del alma.


Gritando en llanto

no sé si conseguiremos más, 

pero seremos más. 

Seremos gritos,

seremos llanto,

seremos.

La mosca quiere salir

La mosca quiere salir
del infierno de sus párpados
volando de lado a lado
buscando salir del paso.
Vive en la calle, en el aire natural,
de allí sale a las casas
y en el baño ella
nunca sabe hacia afuera cómo entrar.
Tiene un grave problema
y es que no quiere ser mosca
y no lo sabe.
Y tratando de escapar del sonido de sus alas
queriendo salir más
del infernal parpadear
odia la calle, la ventana, el mapa...
Y no lo sabe.
¡Ella quiere ser ave y no lo sabe!
¡Ella quisiera volar!

Los pájaros

 Y ellos qué sabrán

Si les envidio o les miro

Con recelo desde aquí. 


Qué sabrán ellos del camino, 

Del andar sobre el asfalto, 

Del bípedo... 


¡Qué sabrá el pájaro del pájaro!

                    

                              Los pájaros.


X/2021

Hiato

Me asomo a la ventana
y veo luces en la noche.
El espejo del arriba
                             el cielo
ahora está en el abajo
                             el suelo.
Mira: Elvira.

Pasa la gente y andando van, 
vienen de afuera y siempre se escucha
la voz que grita, que habla del alma,
                                         se habla del tiempo
el perro que ladra, el cielo que truena
                                                cruje mi aliento.

Desde la ventana del salón estoy a oscuras,
observando y escuchando;
se quema la madera y soy amigo de la brisa. 

En la vida que ya no está en frente
me muevo, dentro del espejo, 
ni fuera ni dentro, sino dentro. 

Pero hay tanta luz que me deslumbro
y he mirado atrás. Soy vosotras: las sombras. 



Sigo sin saber a donde voy pero sé que voy. Desde aquellos días en que escribí Javier García Robles ha cambiado todo, pero hay algo que sigu...