Acabé una vida allá en mi
tierra,
vida de fantasía en
campos de gamusinos
y un amigo me dijo:
— Partirás, serás feliz y no querrás volver.
Llorando dije que no.
Renuncié a ese futuro idílico,
y sin expectativas nací
de nuevo: en Graná.
Pronto me di cuenta de
que la oscuridad
no era sino sombra, la
sombra de una luz futura.
Mirarme en esa gente como
en un espejo,
iluminado y lleno de luz.
Gracias a esa flor por
mirarme y sonreír
desde
allá arriba.
Gracias al grupete por
hacerme ser
desde
aquí abajo.
Gracias, Granada.
Todo fue rápido, denso,
espejo, reflejo
y disfruté del sabor de
ustedes como del añejo.
Conseguí perdonarme y
disfrutar de dar placer
con mi sangre
entrelazando venas
con otros cuerpos
en calurosos abrazos de
comunicación
en
corazón, espaldas y manos.
No sé quién inventó eso
de los abrazos,
pero sé que era cariñosa.
Acabar las rutinas
mordiendo mis dientes
rechinando
en la mente que esto
acabará.
Acabar los deseos
anhelando futuros
inciertos
en el campo de la risa y
mi sonrisa siempre
en
ella reflejada.
Especular en canciones
los impulsos enjaulados
para después consumar en conversaciones
de actos.
Mirarme en esa gente como
en un espejo
iluminado
y lleno de luz.
Me conocí igual que un
gato su reflejo,
igual que un perro abandonado
se reconcilia con su dueño.
Gracias a la divinidad
que personifico
por
dar sentido en el arbitrio
por
darme a vosotros conocer
y
por ser cristales limpios.
Cerrar los ojos y ver
caras que me miran
y
calladas me susurran
afirmando
la diferencia
cómplices
de la igualdad
que
no estamos solos,
que
conocemos
al
significante y al significado.
Como siempre, como si de
revelar se tratara
la
oscuridad de tintes rojos
se
metió en mi fondo
y
con frío trató de romperme la mirada.
Por suerte siempre vuelve
a amanecer y,
a
modo de girasol perseguí a mis musas
y
a mis hadas,
que,
en Granada,
siempre
tendré que agradecer.
Gracias a ti, a ella, a él
y a ustedes,
grandes,
brillantes y con creatividad,
mentes
que amansan al caballo blanco de
discordia,
al
caballo que es pelícano y escorpión,
al
suicidio de las masas.
Gracias por ratitos
humildes
en casas ajenas
y
por compartir vuestro tiempo
con
este ser manchado.
Siempre
manchado por la espuma de café
vertida,
por
experiencias igual de oscuras que las
claras,
igual
de buenas que las malas.
Siempre fugitivo tanto
del diem como del fugit.
Siempre suicida de
pensamientos al considerar
el final antes de que llegue.
Como el abril de los Celtas,
en este escrito me
despido,
gracias a ustedes por
escribirlo,
gracias por escribirme y
corregir mis acentos
y las vocales de mi boca,
al sonreír, al llorar…
Amor y Vida.
Muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario