Siento por ti un habitual recuerdo cariñoso,
con el paso de los días se carcome
y a lo largo de las noches se completa con espejismos.
A veces llegas y me miras y te abrazo
con mis ojos, pero,
estos se abren y me encuentro sólo, en la cama,
y por más que busque ya no encuentro tu mirada.
Tu imagen es como el sonido que hacen estas ventanas cuando sopla el viento.
Inesperada, clara, triste...
Me resulta difícil eliminar la nostalgia.
Me resulta difícil, a veces, habitarla.
Hice una promesa con el destino para
no volver a hablarte, porque creo que ya
no tengo nada que decirte,
pero me asaltas de repente y ahora la vida
se presenta esquiva, distinta, diferente.
Desee tanto tenerte cerca que la realidad en
la que soy cuando la voluntad afloja es
un solitario miedo en el que siempre
he estado, que nunca se marchó.
Pero sé que si me piensas lo haces bonito,
y yo también lo hago si te pienso.
Te imagino abrazada a otro, feliz, o
construyendo tu felicidad y cuidándote de
no olvidar el sol que llevas dentro, dándote
cuenta del amor que nos rodea por todas
partes, que es y siempre ha sido el centro,
lo único importante.
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