Las margaritas
mariposas dormidas
la misma cosa.
Sereno sobre el mármol, sol y sombra
tumbado estaba mientras vienes, loba,
a buscar en mis adentros y sueñan
las castañas del abeto: me duermo.
Sueño sirenas, veo una mariposa
¡Vuela! Sueña el agua en las acequias.
Y mientras tú, loba de mis adentros
¿Qué acaricias con tu aullido? Mi huerto.
Huele conmigo, pequeña, la vida
del estanque del olvido, desierto
y escucha la pena de quien lo mira.
Alegre, la vida de quién ahí dentro
con ninfas se baña. Te siento, loba,
te miro desde la vida, me duermo.
X.2021
En el huerto de mi bosque
con violines allá, cerca,
con el frío de octubre,
en septiembre
soy una flor que florece.
Agradezco hasta el papel,
la compañía y el camino
que me brindan los troncos,
y el musgo que me guía.
Va tocando seguir
tranquilo,
inmerso:
Quiero adentrarme más
en el bosque.
25.IX.2021
Estábamos Juan, Lucas y yo en el salón y acabamos divagando y reflexionando sobre la identidad: gran tema filosófico o interesante cuanto menos. ¿Quiénes somos?
Con la ironía y la broma, acabamos por cambiarnos los nombres. Ahora Juan es Luís, Lucas es Guille y Alberto (yo) es Leo.
Es sorprendente cómo algo tan simple y a priori, contingente, un nombre, puede determinar tanto el mundo propio y el externo. El mundo del individuo en definitiva.
No pasó un minuto y las palabras raro, drogado, joder o extraño aparecieron. En primer lugar porque nuestra nueva identidad era, por una parte un ser cualitativo que nace de las cenizas de la identidad anterior; y por otra gran parte, una carcasa insusa. Pero cuando aparece un vocativo que acusa al sujeto otro como otro que no es él, sino un nuevo él, hay, en suma, doce extraños. Hay tres individuos que se extrañan de sí mismos, es decir, los antiguos de los nuevos. Y tales tres sí mismos que se extrañan de sí, es decir, los nuevos de su propia novedad. Por último, cada uno se extraña de los dos otros cuerpos vacuos, dos por cada uno, o sea séis. Doce identidades conviven en el salón y se dan cuenta de que es difícil. Dieciocho si contamos seis nuevos extrañamientos que se dan en los antiguos unos respecto de los dos otros, que ya si son los nuevos otros o viejos otros serían seis más. Digamos que veinticuatro o mucha gente, en gran parte vacía, existe de por medio y entorpece todo.
No pasan unos minutos más y aunque hay risas y una experiencia sin igual, Luís quiere dejar de jugar.
Por ahora, un nombre no es sólo una palabra, es el espejo de un sujeto que, aunque sabemos que no es idéntico a la palabra, sin ella el sujeto siente que se hunde. Tal vez por eso, recordando lo que dijo Guille, la gente se enfada tanto cuando se equivocan con su nombre, porque nadie quiere desaparecer escuchando el sonido de un espejo roto, y entonces dicen sin vacilar: "Yo no soy eso".
IX-2021
Ya le estoy cogiendo el ritmo
a esto de andar por el bosque.
No en todo tiempo hay camino
para el salto, la liebre,
a veces hay que esperar
la llamada de las ninfas
o aquel viento cuando suene acompañe,
el movimiento.
Ya le estoy cogiendo el ritmo
caminando, por las hojas
nuevas hojas secas
movimiento, ritmo y tono; ritmo
ya se lo estoy encontrando.
IX-2021
No sé si podremos,
sólo sé que te quiero.
En el tablero de colores,
en el papel, tendremos la oportunidad.
IX-2021
Cuando miro el tiempo moverse
Los árboles de al lado lo sienten
Y es el otoño, mira las nubes,
Está viniendo, él quiere verte.
Sereno quiere ver agua caer
Despertar del sueño del verano
Viento que de repente florece
Sonido, luz blanca ¡Aparece!
Lento y sin parar, él no vacila.
El otoño cuando llega se ve
Y cuando llega y se ve ya se va.
De las hojas su trino, a veces igual
El otoño granadino vino:
Flor, sueño y luz de los cielos ¡Bajad!
IX-2021
Mil recuerdos y una rumia que acompaña este desierto y otra ruina de Ozymandias del pasado en el letargo que es amargo . Todo suma recordan...