Como es costumbre y hábito en mi vida, una vez llegado el día y horas antes de mi cumpleaños vengo a la cita con el papel para, sintiendo cómo estoy, escuchar aquello que tengo que escribir. Hoy, me asalta el nerviosismo, seísmo. Ha pasado un año desde aquellos versos bellos que escribí escuchando a mis queridas olas del mar ¡Tanto las echo de menos! ¡Tan rápido ha pasado un año! Aquel momento fue eterno, como todos aquellos en los que soy esto.
He pensado en el poema "Contra Jaime Gil de Biedma". Lo leo y me doy cuenta que ahora más que nunca lo entiendo y lo siento muy adentro como si fuese y lo es para mí. Siento que posee la conciencia que busco y que espero me entregue algo de esperanza y que no sea sólo la satisfacción de escribir un buen poema guiado por las musas o los demonios.
Y no quiero ir en contra mía ni de nadie. Quiero ser y estar y vivir con el sufrimiento. Y digo esto desde el dolor y la gana. Y quiero invocar al refrán, no sólo repetirlo, que todo lo que sube baja y que para subir hay que estar abajo antes. Es hora de agradecer, poder seguir aquí un año más, sobreviviendo al pesimismo, como ya escribí en aquellos versos y esta vez. Observando y comprendiendo poco a poco
cada vez más un poco
y siempre pero,
guiado por algo
que me mira y me susurra, una ola
la mirada, un gesto y un paseo
luz del sol
se escuchan grillos
ya lo veo, voy a escribirlo, cojo aire
es el bosque
que se agranda
y que en él
todo se mueve y son etapas,
es la vida y aquí sigo,
uno más y nada más.
Así es la vida.
[25/IX/2022]
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