I
El cuerpo es la ventana al horizonte
Que camina con dos patas en su alféizar
¿Sabías que su vano sólo es ver, mirar,
Quieta, inmóvil, de este a oeste y sur a norte?
Sólo podrá moverse cuando y donde
La ventana no sea nada y su hueco
Se haga vacío, reflejo del mundo entero
El amplio paisaje que la brisa esconde.
El cielo es una ventana hacia la tierra
Y su suelo es como el agua que resbala
-si amas, deja siempre la ventana abierta-.
El árbol es la ventana a lo frondoso,
Un nido la apertura a lo sagrado
Y el pájaro si sueña, cristal borroso.
II
En la oscuridad de la ventana vacía
Escondo yo los sueños de quien (no) duerme
Para que si se da cuenta se asome
Al profundo abismo del alma sombría.
Por el laberinto de espejos hay un ser
Con un gesto ha visto su eterna mirada
En la luz de una ventana que sin cara
Ve el abismo del rostro que uno mismo es.
Y es ahí, en el oscuro laberinto
Donde encuentro a la ventana sin barrotes,
Vano sin cristal, vacío, lugar del viento
Y de momento, me conformo en confiar
Y confirmo que mirar es lo único
Y miro todo desde la nada, mirar.